A

lunes, 1 de abril de 2013

Nueva crítica a Cosmopolis: Un manifiesto anticapitalista llevado a la pantalla grande!

Del director de la cinta “Una historia violenta”, llega una producción que podría borrar la imagen de Robert Pattinson de ‘vampiro adolescente’. La naturaleza humana y la economía se mezclan en un película que llegará a Lima este verano.

<b>Hardcore art.</b> Wall Street es el escenario de una riqueza 'deshumanizante' alrededor de un joven millonario.

Vayamos por partes. Cosmopolis, dirigida por el canadiense David Cronenberg (The fly, History of violence, Eastern promises y, más recientemente, A dangerous method), se basa en la novela del mismo nombre del escritor estadounidense Don DeLillo (2003). Parece haber consenso en que uno de los principales problemas (o méritos, dependiendo de quién lo diga) de la cinta es que se basa –al 100%, como recalca su director– en un texto que, por su complejidad y significado, no es “llevable” a la pantalla grande.
Por otra parte, el jale de Cronenberg para el personaje principal es el joven “vampiro” Robert Pattinson, en la que se convierte, sin ninguna duda (ni mucha competencia), en la mejor actuación de su carrera. Finalmente, si con A dangerous method, Cronenberg anunciaba que entraba en una etapa de introspección y meditación sobre la naturaleza humana, esta cinta representa –esperamos– el momento cumbre de esta fase de su carrera cinematográfica.


Con todo esto a modo de “disclaimer”, queda decir que Cosmopolis es una historia ambiciosa, bastante pretenciosa y hasta tediosa. Se trata de una crítica al capitalismo moderno y a la riqueza deshumanizante de Wall Street que queda clara desde el inicio de la cinta, pero que se prolonga durante los 108 minutos de metraje en forma de monólogos y meditaciones filosóficas.
Eric Packer (Pattinson) es un financiero multimillonario que, a sus 28 años, lo tiene todo y no tiene nada al mismo tiempo. Un día, decide casi por capricho cortarse el pelo en la peluquería de su infancia, al otro lado de Manhattan, y la cinta lo acompaña en una odisea surreal a través de la isla.
Así, casi toda la película transcurre dentro de su limusina, gigante y high tech, donde Packer recibe a variopintos personajes: su amante, la “teórica en jefe” de su empresa, unos geeks informáticos y financieros e, incluso, la visita diaria de su médico.
La vida de Packer, sin embargo, es vacía: gastar no le da placer, así como perder cientos de millones en una arriesgada apuesta contra el yuan tampoco le genera gran preocupación. Está casado con la heredera de una familia también millonaria, quien se resiste a establecer cualquier lazo sentimental con él para no sentir dolor. El director nos presenta una ciudad caótica y casi apocalíptica y nos hace sentir lo sinuoso del camino de Packer –incluso más de lo que nos gustaría– hacia su propia destrucción.
Cosmopolis no es una película fácil. Requiere –si el espectador no se para y se va de la sala– una segunda mirada. Cronenberg parece haber acertado al poner a Pattinson en el protagónico de la cinta que se recordará como el paso de un ídolo adolescente al cine serio. Algunos actores secundarios brindan momentos exquisitos, como Juliette Binoche y Mathieu Amalric, pero es con la aparición de Paul Giammati que se llega al momento más interesante.
Probablemente, la imagen de Pattinson, la idea de una cinta que transcurre en el epicentro del capitalismo y el recuerdo de Viggo Mortensen peleando con sicarios de la mafia rusa en un sauna en Eastern Promises, una de las películas más taquilleras de Cronenberg, generarán un marketing equivocado alrededor de esta cinta. Vaya con cautela: el mismo director la define como un “hardcore art film”. Queda usted advertido.
Fuente Gestión.pe

No hay comentarios:

Publicar un comentario