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domingo, 21 de abril de 2013

Crítica : "Cosmópolis", camino a la autodestrucción


David Cronenberg es un tipo osado. Es atrevido en sus propuestas, en su lenguaje, en su tratamiento y, por ende, en sus historias y personajes. El de Toronto Ontario es un continuo explorador de los límites humanos. Gusta mucho de experimentar e idear hipótesis del comportamiento y las reacciones, además de ser un incansable provocador. Desde su mismo remake de "La Mosca" (The Fly) ya anunciaba que hay en lo grotesco de las personas un encanto fascinante y un morbo continuo empujado hacia los límites, los cuales revisa con inteligencia y elegancia. 

Estos límites fueron explorados en "Crash", donde además la sexualidad se tornó un elemento constante en sus tramas y films. Creo que no hay película de Cronenberg sin que haya un par de escenas sexuales que, si bien no son explícitas visualmente, lo son en lo sugerente con lo alocadas que pueden llegar a ser. Una vez más es cuestión de límites. Límites de crueldad, límites de violencia, de inhumanidad, de moral. Así podemos resumir la filmografía –grandiosa por cierto- del canadiense. 

No es de extrañarse entonces que haya optado por una historia como "Cosmópolis" del escritor neoyorkino Don DeLillo, quien editó esta novela hace una década, más como una teoría de colapso social que otra cosa. Una vez más, se trata sobre los límites humanos. Un joven, -muy joven- millonario va atravesando Manhattan en su limusina y queda atrapado en el tráfico por diversas protestas que coinciden con la visita del Presidente de los Estados Unidos a la Gran Manzana. Su coche funciona como oficina al mismo tiempo. Ganando tiempo, recibe a una serie de colaboradores y clientes, visita a su esposa y a otras mujeres. El día más largo de su vida se torna violento. Suceden tantas cosas y cae en tantas contradicciones que se ve atrapado por sí mismo, su entorno y obsesiones, desencadenando una serie de reacciones que no son más que la autodestrucción absoluta

El papel principal recae sobre Robert Pattinson en el que quizá sea su más intenso, creíble y difícil rol hasta el momento. Bastante bien lo que hace el inglés, dejando a un lado toda pose de niño bonito, posesionándose en el monstruo de egoísmo que describe su personaje. Es un chico rico aburrido, un tipo enfermo de poder y una persona que peligrosamente navega los límites de la decencia y de la compasión. Es prepotente en su esencia poderosa. Es hipócrita y despectivo. Es un tipo fiel únicamente consigo mismo

La cinta, -contrario a todo retrato anterior regalado por el realizador- avanza de una forma un tanto espesa. Es un poco estática e incluso visualmente es algo lenta. A final del día, mucho de esta trama ocurre dentro de la misma limusina, lo cual hace que las formas no sean tan vistosas como en otras de sus producciones. Los personajes son oscuros y misteriosos, son casi espectros fantasmales en un mundo que, de cierta forma, es también de muertos espirituales. El poder, la avaricia, el dinero, la obsesión reinan sobre una serie de pestilentes subhumanos pobres. Metafórica y en ciertos momentos complicada. Un tanto oscura y con algunas escenas -diría el colega Miguel Cane- inolvidables. Concuerdo con él. Un par de escenas de violencia frías y duras para la historia. 

El estreno en américa latina ha sido escalonado y tremendamente informal. La han estado empujando por semanas e incluso por meses. En el caso de México se planteaba su lanzamiento para hace tiempo; sin embargo, otro retraso más la pone en la mira hasta el mes de mayo, el día 03 para ser exactos, aunque honestamente les recomendamos consultar cartelera pues no duden que pueda haber cambios de nuevo. Vale la pena echarle un vistazo, pero a las fans de Pattinson les suplicamos otra óptica. Este es un retrato muy, muy diferente


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